Pasa otro día. Nunca tú.
Cada puta noche le cuento a mi almohada todas las preocupaciones que se han hecho soga a cada paso de hora. Que se deshaga.
Mi alma grita, rompiéndose a si misma, dejando ojeras por corona y manos vacías, faltas de cariño.
He probado a liberarme, a base de alternativas voy encontrándome, dios, quién diría que el tiempo está en las ganas y no en los suspiros que se me escapan, soltando equipaje.
La mochila está casi lista, sólo necesito dormir sin peso, despertarme completa.
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